lunes, 2 de mayo de 2011

Estrategias de aprendizaje adecuadas a la Ed. Primaria

He encontrado en una página muy interesante una serie de normas para ayudar a los niños a adquirir unos valores. Estas normas deberian ser impuestas por el maestro/ tutor:

1. Las normas y la autorregulación.
En la infancia temprana, los niños se ajustan a las normas porque éstas son establecidas por la autoridad de los adultos, aunque en ocasiones no comprendan el sentido de las mismas.
Si queremos que los niños guarden silencio basta con imponer la norma. Pero necesitaremos un proceso de formación más delicado si lo que nos proponemos es que los niños aprendan que el sentido de la norma se funda en el respeto a los demás.
La convivencia en la escuela exige normas de orden y respeto que ofrecen una enorme oportunidad para que los niños y niñas aprendan a autorregular conductas, palabras y sentimientos. En ese sentido las normas pueden ser sumamente formativas.
Las estrategias de autorregulación buscan que los alumnos aprendan a observarse a sí mismos y a modelar su conducta estableciendo metas propias.
El siguiente es un ejemplo de autorregulación a partir de una norma escolar.
Norma: Mantener silencio en clase
Valor:
Respeto
Razones y valores:
Pedir a los alumnos que entre todos digan las razones por las cuales es conveniente mantener silencio en clase
De la lista elaborada resaltar el valor que se encuentra detrás de la norma: respeto a los demás para que puedan escuchar, concentrarse, comprender, etc.
Autobservación: Pedir a los alumnos que durante un día anoten en una libreta cada vez que interrumpen la clase. 
Autorregulación: Pedir a los alumnos que establezcan metas personales para mejorar su cumplimiento de la norma: guardar silencio durante media hora, por ejemplo. Las metas deben ser realistas y apropiadas para cada quién.
Como se puede ver, la lógica de la actividad es la siguiente:
    • Tenemos una norma
    • La norma se justifica en razones
    • Esas razones entrañan un valor
    • Nos observamos a nosotros mismos para ver qué tanto cumplimos la norma
    • Fijamos compromisos para mejorar nuestra actuación en relación a la norma
    • Cada cierto tiempo revisamos el cumplimiento de los compromisos
2. Las narraciones y las historias ejemplares
      En los primeros años de la primaria, la conducta de los niños se orienta en buena medida por la búsqueda de afecto y aprobación de los adultos, así como por los ejemplos de las figuras que para ellos son relevantes. En la infancia son ampliamente recomendables las historias ejemplares y las narraciones.
      Además de facilitar la atención de los alumnos, se puede recurrir a la imaginación, propia del texto literario, para experimentar “en carne propia”,   las vivencias y sentimientos de los personajes. Los cuentos son una oportunidad para introducir al niño en el proceso cognitivo y afectivo del aprendizaje valoral.
      Esta es la estrategia básica del Calendario: en torno a una breve narración se fomenta la reflexión de los niños a partir de preguntas reflexivas. La lógica es la     siguiente:
  • Los personajes tienen una conducta moral
¿Qué personajes actuaron correctamente o no?
  • Esa conducta refleja valores
¿Por qué crees que actuaron así?
  • La conducta moral siempre involucra sentimientos
¿Cómo crees que se sintieron los personajes?
  • Hay normas morales que indican lo que es correcto
¿Cuál habría sido la manera correcta de actuar?
  • La historia se puede trasladar a la vida de los alumnos
¿Alguna vez has visto o vivido una experiencia parecida? ¿Cómo te has sentido en situaciones similares?
3. La clarificación y el autoconocimiento.
Los niños han interiorizado un conjunto de valores como producto de sus experiencias previas. Una estrategia recomendable es realizar actividades que permitan clarificar aquello que el niño valora, cuáles son los valores familiares y de su comunidad. Esta es una vía que contribuye a un mejor conocimiento de sí mismo.
Valor:
Amistad
Clarificación
Pedir a los alumnos que hablen de sus experiencias de amistad.
¿Quiénes son sus amigos?
¿Por qué los consideran sus amigos?
¿Qué hacen por sus amigos?
La lógica de la estrategia de clarificación es la siguiente:
  • Las personas tenemos valores
  • Identificamos nuestros valores
  • Identificamos las razones en las que fundamos nuestros valores
  • Identificamos las conductas en las que manifestamos esos valores
4. La reflexión de dilemas y el diálogo.
La mayor dificultad para actuar con base en valores es que en la vida las disyuntivas no siempre se presentan como elecciones entre lo bueno y lo malo; a veces tenemos que elegir entre dos valores, por ejemplo la amistad y la honestidad.
Desde los primeros años de la primaria habría que plantear la reflexión sobre situaciones conflictivas. Los dilemas éticos hipotéticos o tomados de situaciones de la vida real son las actividades por excelencia en esta estrategia.
Dilema Ana y Verónica son amigas desde que entraron a la escuela. Se quieren y comparten  mucho de su tiempo libre. Han vivido juntas experiencias de todo tipo, se consuelan cuando están tristes y se alegran de sus éxitos.
Un día Ana quería ir al cine con unos amigos pero su mamá no le dio permiso, así que le dijo que entonces iría a casa de Verónica a hacer una tarea. Su mamá estuvo de acuerdo.
Ana fue, en efecto, a casa de su amiga, estuvo un rato con ella y luego decidió irse al cine con sus otros amigos.
En la noche, cuando Verónica se disponía a cenar, la mamá de Ana llamó para preguntar por ella. Estaba preocupada porque no había regresado todavía.
Reflexión personal Los alumnos deben decir lo que el protagonista debe hacer. Cada alumno reflexionará individualmente y escribirá su respuesta
¿Debería Verónica decir la verdad? ¿Por qué sí o por qué no?”
Diálogo Identificar las distintas respuestas de los alumnos
Propiciar la discusión entre los alumnos sobre las consecuencias de cada alternativa
Posteriormente habrá una discusión que puede empezar en pequeños grupos o directamente en la clase
Puede concluirse la actividad de alguna de las siguientes maneras: reconsiderar la propia posición, argumentar la posición opuesta, resumir posturas, encontrar situaciones donde los mismos argumentos se encuentran en conflicto.
A los alumnos mayores se les puede pedir que identifiquen los valores en conflicto: honestidad, amistad, lealtad, etc.
La lógica de los dilemas morales es muy distinta a las anteriores. Esta estrategia se basa en las teorías psicológicas del desarrollo moral:
  • El desarrollo moral está relacionado con el desarrollo cognitivo de las personas y se organiza en etapas evolutivas.
  • La discusión de dilemas propicia el paso de una etapa a otra superior a través del razonamiento moral.
  • En los dilemas no hay una salida única, no hay moraleja, lo que importa es la reflexión del problema
  • Cada opción tiene unas consecuencias que la persona implicada en el dilema deberá afrontar. Lo importante es identificarlas y reflexionar sobre ellas.
5. El análisis de situaciones sociales
Esta estrategia es muy pertinente para analizar las situaciones del mundo contemporáneo o los hechos históricos: los problemas del medio ambiente, la revolución mexicana, etc.
Puede recurrirse a las lecciones del libro de texto para reflexionar sobre temáticas de los programas de estudio. También es útil al análisis de medios de comunicación: revistas, periódicos, páginas web, etc.
El objetivo es reconocer que los valores tienen consecuencias en la vida de las personas no sólo desde el punto de vista individual sino para la comunidad, el país e incluso para el planeta.
 La lógica es la siguiente
  • Los grupos sociales (familias, comunidades, naciones) tienen valores
  • Desde el punto de vista social, hay valores compartidos y valores en conflicto
  • Hay decisiones que afectan a grupos sociales
  • El diálogo entre grupos sociales es tan necesario como el diálogo entre individuos
6. Actividades vivenciales  y experiencias formativas.
Definitivamente, los valores que se aprenden son los que se viven. Promover el diálogo requiere que el salón de clases sea un espacio en el que se practica el diálogo. La tolerancia, el respeto y el resto de valores tratados deben permear las relaciones entre el maestro y sus alumnos.
Las actividades vivenciales son muy importantes porque contribuyen a generar empatía con otras personas y a desarrollar sentimientos morales. Por ejemplo, los juegos de roles pueden ser útiles para que los niños y niñas traten de ponerse en el lugar del otro.
Adicionalmente, si las condiciones lo permiten, sería importante que los alumnos se involucren en experiencias de la vida real que les lleven a movilizar los valores: campañas de solidaridad, encuentros o correspondencia con niños de otras escuelas, tareas de mejoramiento de la escuela y comunidad, etc. El objetivo es poner en práctica los valores.
La lógica es la siguiente:
    • Las personas tenemos sentimientos
    • Me imagino y trato de percibir los sentimientos de los demás
    • Hago lo que puedo para evitar que los demás sufran 
Cristina Haro

Sugerencia de libro!


Toda escuela es esencialmente proyecto y como tal requiere de una columna axiológica que le de coherencia y dinamismo, ya que toda la gama de comportamientos educativos, es consecuencias de los criterios de valor a los que la comunidad educativa concede privilegio de importancia e integra en si misma.los educadores han de basarse fundamentalmente en juicios de valor, que son previos a la acción: lo que vale, lo que es importante, lo que es utopía educativa.
El educador aparece ante sus alumnos, en su realidad personal, “es la persona a través de la cual quiere influir ante los demás”, en expresión de jourard. Sus actitudes y criterios de valor se ponen de manifiesto así de continuo, comparten sus experiencias y significados, tiene como punto de referencia la vida misma. Cuando esto ocurre la transferencia de valores ocurre por vía de relación, no por vía de enseñanza más o menos estéril.
 La comunicación de los valores no se trata de una enseñanza sobre lo correcto e incorrecto de las apreciaciones y los comportamientos, si no un proceso desde la persona, que descasa sobre tres elementos dinámicos: elección apreciación y acción.   Desde la educación centrada del alumno y que tiene en cuenta los principios dinámicos de su personalidad.
 La reflexión sobre el contenido cognitivo y de personalidad de la mediación nos abre las puertas al espacio interior de la educación, a la escuela y a la familia como transmisoras de valores. Aun así, la escuela vista como la asociación de adultos con un proyecto educativo, ha de tener como punto de arranque el esquema axiológico a partir del cual quiere educar.
Se entienden por valores aquellos contenidos educativos que sirven de principios normativo que preside y regula el comportamiento de las personas en cualquier momento o situación. Las leyes acompañan y ayudan a estructurar lo que en la escuela se considera como obra del amor a los alumnos.
Una de las preguntas fundamentales que cabe formularse a la hora de plantearnos una educación en valores es: ¿Cuáles son los valores que debemos transmitir? La respuesta exige justificar la decisión que se tome, de tal modo que el sistema de valores que se adopte sea el más adecuado en el contexto escolar, desde el punto de vista tanto del proceso de individuación como de socialización. Para obtener los valores se dispone de referencias fundamentales que permiten, a partir de sus análisis, diseñar el proyecto de educación en valores de la institución educativa.
Se propone una metodología que se basa en aportaciones teóricas e investigaciones con un enfoque genético y estructural, vivencial y hermenéutico que privilegia la experiencia personal y colectiva como fuente de reflexión, aprendizaje y toma de decisiones para dirigir la acción futura.

FERNANDA ALVES
 ALONSO, José María, La educación en valores en la institución escolar, 1era edición, México, D. F., Editorial Plaza y Valdés, Págs. 402.LA ESCUELA EDUCA EN VALORES.

domingo, 1 de mayo de 2011

Buscando información sobre actividades y dinámicas para la educación en valores, he encontrado este trabajo, el cual considero muy completo y necesario:


Elena Jiménez.

jueves, 28 de abril de 2011

Educación: la salida

Los economistas coinciden en que el desarrollo económico pasa por invertir en educación, que es, para muchos, la única salida posible a la crisis.

Confira la noticia!

http://www.adn.es/actualidad/20110427/NWS-1840-educacion-madrid-retos.html


FERNANDA ALVES

Educación en Valores!

Si pedimos a cualquier joven que defina lo que es un valor, no encontrará alguna sino muchas dificultades para hacerlo. Si le preguntamos qué es lo que más valora en su vida encontrará pocas o ninguna si es de los que lo tienen muy claro.
Pero ¿cuáles son verdaderamente los valores de una persona? ¿Lo que declara como más importante en un momento determinado o aquello que su vida, su ocupación, su actividad hacen importante?
Podemos sospechar que los valores de una persona, los valores de cada uno de nosotros, están escondidos detrás de nuestras conductas, o lo que es lo mismo si sabemos leer en ellas: que nuestras conductas son la manifestación de nuestros valores. Siempre, claro está, que nos encontremos en entornos de libertad y no de opresión o de sometimiento. A pesar de lo que acabamos de decir, no se puede descartar la declaración de cosas valiosas que realiza una persona ya que estos valores, estén o no presentes en su que hacer, en su actividad diaria, también juegan su papel, como más adelante veremos.
Comenzamos esta aproximación al concepto de valor en el marco del modelo Hall-Tonna [1] realizando una distinción entre lo que decimos y lo que hacemos, sospechando que siempre habrá una discrepancia, por lo que también la habrá entre los valores que declaramos como importantes y los que nuestra actividad, nuestra ocupación, nuestro trabajo, hacen importantes. ¿Cuál es entonces el problema?
Hemos afirmado que los valores declarados también juegan un importante papel en nuestras vidas y así es. Si lo que con sinceridad consideramos valioso, si lo que verdaderamente nos interesa, no tiene nada que ver con nuestra actividad o, lo que es lo mismo, si nuestros quehaceres nos separan de lo que verdaderamente apreciamos, esta situación puede ser, y de hecho es, fuente de angustia que vivimos de manera inconsciente. Los valores son piezas claves que nos permiten acortar esta distancia: que lo que verdaderamente nos importa, no se encuentre tan separado de lo que vivimos. Comprobamos tristemente cómo nunca llega el tiempo -nunca tenemos tiempo- de dedicarnos a lo valioso.
El problema de muchas personas, de muchos profesionales -y sorprende que entre los menos satisfechos se encuentren los profesionales de la enseñanza- es que sienten que su actividad les aleja de sus intereses, de sus inquietudes, responde cada vez menos a sus expectativas y se transforma en foco de frustración y de angustia permanente. Y hablando de profesionales de la educación, siempre que se reúnen para tratar de hacer algo con los valores, aceptan, con insuficiente sentido crítico, estas cuatro premisas que, poco a poco, vamos desmontando conforme avanzamos nuestra investigación con el modelo Hall-Tonna:
Primera: Que el objetivo de la acción educativa sean los valores que deben aprender los alumnos.
Segunda: Que haya que partir siempre y de forma generalizada de unos valores cuya universalidad asegura la bondad de su selección educativa, evitando así el peligroso adoctrinamiento y el inoperante relativismo.
Tercera: Que el desarrollo de los valores tenga que ir inevitablemente de la mano del desarrollo moral y del desarrollo de las estructuras de pensamiento que hacen posible el juicio moral. No hemos sido nosotros los que hemos descubierto que el juicio moral no es el mejor predictor de la conducta moral.
Cuarta: Que se adopte el modelo curricular prescrito por la administración educativa que hace de los valores una clase de contenidos susceptibles de ser evaluados y sometidos al formato y tratamiento académico tradicional.
Para comenzar la educación en valores de los jóvenes se debería averiguar qué valores están viviendo los jóvenes ahora. Es decir: qué trato les ofrecemos; qué normas les imponemos y qué posibilidades de participación les damos; qué lenguaje utilizamos; qué libros leemos y cuáles les recomendamos; a qué dedicamos nuestros mayores y mejores esfuerzos; qué tiempo, en cantidad y en calidad, les dedicamos; qué ocio consumimos y a qué ocio les abocamos. Se trata de averiguar, porque siempre el trabajo en valores es un ejercicio de autenticidad y de transparencia, qué valores vivimos los que juzgamos dudosa la deseabilidad de los valores que viven los jóvenes.
Y en este convencimiento, llevamos tiempo investigando los valores que viven los jóvenes universitarios de Deusto.
Claro que no estamos solos. El aire, como los valores, está por todas partes, aunque haya ambientes más sobrecargados de contaminantes que otros. Los responsables de las instituciones educativas, los docentes, no pueden sino ejercer la crítica abierta y sincera sobre ellos mismos y las instituciones de las que forman parte y este es un proceso compartido y participativo: creamos nuevo conocimiento incorporando la valiosa información que aportan los valores que vivimos dentro de nuestras instituciones: valores de los alumnos, de los profesores, de los grupos de trabajo, valores institucionales y organizativos. El alumno puede salir entrenado para ejercer la crítica con fundamento y para optar libre y responsablemente por aquellos valores que son los puntales de un desarrollo personal integrado y comprometido.
El hombre no se desarrolla sin su entorno. En el compromiso con la mejora y potenciación de los grupos y de las organizaciones de las que formamos parte, está comprometido nuestro propio desarrollo. Recordamos aquí a José Antonio Marina quien, en uno de sus últimos trabajos sobre la inteligencia, nos habla de la inteligencia compartida: nuestra inteligencia personal se potencia, avanza cuando formamos parte del grupo inteligente. Potenciar los grupos a partir del trabajo complementario en colaboración es hacerlos más eficaces, aumentando su sinergia interna y su proyección futura. Éste es, desde el modelo Hall-Tonna, el paso definitivo que posibilita un desarrollo personal continuado y significativo.

PD: El texto pertenece a Micaela Bunes

PILAR SAORÍN HUERTAS

martes, 26 de abril de 2011

Consejos para educar en Valores

Aquí os adjunto un vídeo que me parece realmente interesante. Tanto para padres, como otros educadores.


http://www.youtube.com/watch?v=089s-qN6Shg


Cristina Haro.

viernes, 22 de abril de 2011

Delitos tecnológicos

Una de las preocupaciones más difundidas entre los líderes políticos y sociales del mundo entero es la de reducir la brecha digital que separa a quienes tienen acceso a las nuevas tecnologías del resto. Este acceso permite a las personas disfrutar de más y mejor información, de una variedad de entretenimientos, de comunicación instantánea y económica sin importar las distancias, de amplias posibilidades laborales y un sinfín de otros beneficios, entre los que sin duda se destacan las oportunidades educativas disponibles para todos, grandes y pequeños, con la única condición de disponer de unos recursos tecnológicos cada vez más baratos y sencillos de usar.
Por absurdo que parezca esto es lo que está sucediendo en muchos países, y amenaza con extenderse al resto en cuanto la brecha digital se empiece a cerrar para ellos.
Apenas aparecieron los ordenadores surgió una nueva raza de delincuentes, los hackers, dedicados a descifrar códigos de seguridad y a encontrar fallas en los sistemas de protección informática con fines a veces puramente técnicos, pero por lo común tan pedestres como la estafa, el fraude y la extorsión. Algunos quisieron ver a los hackers como una suerte de “robinhoodescos cibernautas”, otros alabaron su capacidad de auto aprendizaje y atribuyeron sus logros al potencial educativo de las nuevas tecnologías. En cambio los gobiernos, la policía, los empresarios y hasta el público común siempre enfocaron el asunto de otra manera, porque para quienes deben sufrirlo el hacker es y será un delincuente muy molesto.
Otras plagas aprovecharon las nuevas tecnologías para atacar al ciudadano informatizado: los spammers, con su abusiva carga de publicidad no solicitada e inoportuna banalidad; los creadores de virus informáticos, para quienes dañar la información ajena es un sano deporte intelectual; los pornógrafos virtuales, que descubrieron cómo convertir lo que siempre fue un pasatiempo subterráneo en gigantesco –y legal- negocio; los telemarketers, insidiosos vendedores de todo lo que sería invendible si el comprador pudiese verlo en persona; etcétera, etcétera.
El mal uso de los teléfonos celulares acosa también a los espectadores del cine y el teatro, o al menos a la porción de ellos que intenta disfrutar del espectáculo en silencio. Nunca falta quien se pone a conversar en medio de una función, y abundan las interrupciones a causa de timbres que suenan intempestivamente en medio de la escena más dramática.
Este problema parece menor, pero su constante repetición y la impavidez de quienes no respetan al prójimo ya han provocado algunas trifulcas de magnitud, al punto que el tema se discute en las portadas de los principales periódicos del mundo.
En otro avance de la criminalidad informática, ahora está en boga en Inglaterra –y se extiende con rapidez a otras latitudes- el llamado “happy slapping”, una expresión que podría traducirse como “feliz abofeteo”. Consiste en seleccionar a un transeúnte desprevenido, acercarse a él y agredirlo físicamente sin mediar palabra, mientras un asociado filma la escena con su teléfono celular. Luego se comparte el resultado con amigos o se lo publica en Internet para solaz del mundo entero.
Si la tecnología avanza rápido, el desgaste de las nuevas ideas le sigue el tren, y por ende el “happy slapping” ya no se conforma con un empujón o una cachetada; cada día la creatividad de sus improvisados guionistas se ve obligada a superar sus propios límites, escalando del sopapo con la mano abierta al puñetazo en la nariz, al golpe artero con un elemento contundente o, en caso de disponerse de un elenco más o menos estable de participantes, al apaleamiento grupal.
Lo peor del asunto es que la moda del “happy slapping” no es privativa de sectores marginales, sino de jóvenes de clase media y ahora de niños en edad escolar. Días atrás, un alumno inglés de 13 años fue atado a un árbol de camino al colegio y prendido fuego mientras sus asaltantes, niños como él, le apuntaban con sus celulares.
Las reacciones ante ésta y otras actividades transgresoras en los países centrales, donde el orden social todavía es considerado una prioridad, han sido de sorpresa al principio, luego de repudio, y al cabo dieron origen a propuestas que, si bien parecen lógicas desde el punto del vista práctico, son alarmantes en otros niveles.
Varios teatros ingleses, por ejemplo, intentaron impedir la entrada del público a las salas portando celulares, y ante la resistencia general decidieron instalar equipos electrónicos para neutralizar las señales durante el espectáculo. Los jueces pusieron un alto a este procedimiento, pero las medidas están en revisión y no pocos las apoyan.
En muchas escuelas directamente se prohíbe a los estudiantes ingresar con teléfonos portátiles, y una mayoría de profesores los requisa durante sus clases. Cabe recordar que tras la masacre de Columbine, en EEUU se elogió a los celulares en manos los alumnos como una tecnología que podía servir como rápida alerta frente a situaciones de peligro. Ahora, por culpa del mal uso de esos aparatos, cualquier beneficio que pudieran brindar en términos de seguridad corre el riesgo de desaparecer.
Es fácil advertir que la reacción frente a estos nuevos delitos mediados por las TICs ya no se aplica a los responsables directos, porque la propia tecnología hace a la transgresión tan sencilla como indetectable o difícil de perseguir. En consecuencia, la única salida inmediata es limitar el uso de la tecnología para todos, víctimas y victimarios por igual. Y claro está, las víctimas verán esas acciones como un avance autoritario sobre sus derechos individuales, y los victimarios como un triunfo más en su gracioso intento de perjudicar al prójimo.
Asimismo, estas modas agresivas y estos comportamientos antisociales adquieren una dimensión especial por dos razones. Primero, porque son gratuitos. No buscan rédito económico, como el hurto o el robo, ni siquiera los justifica alguna insatisfacción política o cultural, ninguna rebeldía contra el establishment o alguno de sus representantes. Son, antes que nada, actos puramente hedonistas, sádicos y malvados, cuyo único propósito es obtener un efímero placer dañando al semejante. Son actos inmorales en estado puro.
En segundo lugar, porque elevan al rango de catastrófico al tradicional problema de la incorporación de nuevas tecnologías. Cada vez que surge una tecnología de impacto universal, como el teléfono, el automóvil o la televisión, por citar unas pocas, se vuelve evidente la necesidad de educar al gran público en su uso y aprovechamiento. Esto tiene dos estratos: uno tecnológico (cómo operar la nueva tecnología) y otro cultural (cómo usarla con sensatez y responsabilidad).
El problema actual es que la educación, único medio de difundir el uso responsable de cualquier recurso, avanza a un ritmo demasiado lento y se retrasa cada vez más frente al incontenible desarrollo tecnológico. En otras épocas y con otras tecnologías era virtualmente imposible que un niño o un adolescente tuvieran chances de aprovecharlas como protagonistas, posibilidad que estaba reservada sólo a los adultos que por lo general ya poseían un código ético más o menos firme para aplicarles. En cambio hoy, entregados a la voracidad y la avaricia de quienes promueven el consumo irrestricto de productos tecnológicos habiendo detectado que el mejor modo de introducir a los adultos en ese consumo es a través de las nuevas generaciones, vemos que son precisamente los jóvenes y los niños quienes caen, víctimas de su propia inmadurez, en los usos más malsanos de productos que, bien pensados, deberían servir para su confort y bienestar.
El gran interrogante que nos angustia es si la educación puede ponerse a la par del desarrollo tecnológico para crear condiciones óptimas de aprovechamiento en cada caso, es decir, para sustentar con códigos apropiados de conducta el uso de los productos que ofrece la industria. Un acercamiento realista indicaría que hasta ahora no ha sido capaz de hacerlo; que el avance de la tecnología ha tomado a la educación por asalto y que sus reacciones han sido demasiado lentas. Pero... ¿es posible incorporar al sistema educativo algún mecanismo adaptativo tan flexible como el que parece requerirse? ¿Podríamos los educadores ponernos al día y mantener el ritmo de la tecnología? ¿Cómo hacerlo si todavía no hemos resuelto la cuestión de la brecha digital?
La respuesta, a nuestro juicio, es sencilla. Las nuevas tecnologías no demandan de nosotros la aplicación de ningún código moral extraordinario. Los perennes valores del respeto al prójimo, a su intimidad y a su propiedad; el pudor, que es un respeto hacia uno mismo y hacia la sensibilidad ajena; la empatía, la compasión y la no-violencia son todo lo que nos hace falta para lidiar con las TICs y con cualquier otra invención humana que el futuro nos depare. Lo que las nuevas tecnologías han puesto de manifiesto es, en realidad, la profunda crisis de valores que acosa a la sociedad moderna, sustentada en el abandono de la misión formadora de carácter y virtudes que tradicionalmente perteneció a la escuela como natural extensión de la familia.
La solución, si es que estamos dispuestos a intentarla, no consiste en aplicar más tecnología para neutralizar a quienes la usan mal, ni impedir el usufructo de los bienes tecnológicos a los usuarios bienintencionados. La solución es aplicar enérgicamente las normas legales con quienes las violen, en todo caso adecuarlas, y educar a los niños y jóvenes como nunca debió dejarse de hacer, porque si bien el comportamiento moral es cambiante con los tiempos, sus cambios sólo son de forma y superficiales.
Consultado sobre el “happy slapping”, un funcionario policial londinense rechazó la pretensión periodística de estar frente a una situación inédita con estas palabras: “se trata tan sólo de ‘asalto violento’, una figura delictiva que la ley contempla con claridad. No advierto nada de original en eso”.
Hay valores eternos que surgen de la propia naturaleza humana y cualquier persona los reconoce a simple vista. Es hora de ponerlos otra vez en la currícula.


FERNANDA ALVES

domingo, 17 de abril de 2011

¿Por qué son tan importantes los valores en la Educación?

Al nacer, nuestros hijos no son ni buenos ni malos, desconocen las normas que rigen su familia o su sociedad. Su conciencia ética se va desarrollando con el paso de los años. Pero necesitan nuestra ayuda ya que no llevan ningún chip incorporado que les diga si sus actos son correctos o incorrectos, lo que está bien o lo que está mal. Por eso es tan importante enseñar los valores cívicos que les permitan desarrollarse y convivir en una sociedad plural.   

Los valores son: Las normas de conducta y actitudes según las cuales nos comportarnos y que están de acuerdo con aquello que consideramos correcto. Todos los padres deseamos que nuestros hijos se comporten de forma educada, pero sin que se conviertan en niños temerosos o conformistas, ni transformándonos nosotros en padres exigentes y quisquillosos. 
Hay algunos valores fundamentales que todas las personas debemos asumir para poder convivir unos con otros y que son importantes tener siempre presentes y cumplir sin perjudicar a nadie.    
Durante los primeros años nuestros hijos aprenden tanteando el terreno y probando cosas. 
A través de pequeños actos, nuestro hijo va percibiendo qué está bien y qué no debe hacer. 

A partir de la edad de 3 años, ya saben ver en otros niños lo que hacen mal y lo que hacen bien: “Miguel es muy guapo porque me da besos” o “David se porta mal porque da patadas”.
A partir de los 5 y 6 años, los niños tienden a mirar a los adultos y ver en ellos el claro ejemplo de lo correcto: por eso intentan ser como ellos y comportarse como ellos. De esta manera aprenderán mucho sobre valores.
    La adquisición de buenos valores depende, como casi todo en la vida de nuestro hijo, de sentirse querido y seguro, de desarrollar lazos estables con sus padres y de tener confianza en sí mismo. Sólo sobre una base de amor y seguridad podrá aprender e interiorizar los valores éticos correctos. Lo más importante: el ejemplo que dan los padres en su forma de relacionarse con los demás, de pedir las cosas, de ceder el asiento, de repartir lo que les gusta, de renunciar a algo, de defender a alguien, etc. Un comportamiento de los padres que transmite tolerancia, respeto, solidaridad, confianza y sinceridad empapa a los hijos de todos estos valores y aprenden a actuar respetándolos siempre.
Los valores pueden variar mucho según las culturas, las familias o los individuos. Existen diferentes tipos de valores: 

· Valores familiares: Hacen referencia a aquello que la familia considera que está bien y lo que está mal. Tienen que ver con los valores personales de los padres, aquellos con los que educan a sus hijos, y aquellos que los hijos, a medida que crecen, pueden aportar a su familia. Los valores familiares son los primeros que aprenderá nuestro hijo y, si sabemos transmitirlos con paciencia, amor y delicadeza, pueden ser una buena base en la que apoyar, aceptar o rechazar otras experiencias, actitudes y conductas con los que se irá encontrando a lo largo de su vida.

· Valores socioculturales: Son los valores que imperan en la sociedad en el momento en que vivimos. Estos valores han ido cambiando a lo largo de la historia y pueden coincidir o no con los valores familiares. Puede ser que la familia comparta los valores que se consideran correctos a nivel social o que, al contrario, no los comparta y eduque a sus hijos según otros valores. En la actualidad, intentamos educar a nuestros hijos en el respeto, la tolerancia, la renuncia a la violencia, la consideración y la cortesía, pero vivimos en una sociedad en la que nuestros hijos pronto descubren que también imperan otros valores muy diferentes como el liderazgo, el egoísmo, la acumulación de dinero, el ansia de poder, e incluso el racismo y la violencia. Los valores familiares determinarán, en gran medida, el buen criterio que tenga nuestro hijo para considerar estos otros valores como aceptables o despreciables, o para saber adaptarlos a su buen parecer de la mejor manera posible.

· Valores personales: Los valores personales son aquellos que el individuo considera imprescindibles y sobre los cuales construye su vida y sus relaciones con los demás. Acostumbran a ser una combinación de valores familiares y valores socioculturales, además de los que el propio individuo va aportándose a sí mismo según sus vivencias personales, su encuentro con otras personas o con otras culturas en las que, aún imperando una escala de valores diferente a la suya, el individuo encuentra actitudes y conductas que considera valiosas y las incorpora a sus valores más preciados.

· Valores espirituales: Para muchas personas la religión es un valor de vital importancia y trascendencia así como su práctica. De la misma manera, la espiritualidad o la vivencia íntima y privada de algún tipo de creencia es un valor fundamental para la coherencia de la vida de mucha gente. Los valores espirituales pueden ser sociales, familiares o personales y no tienen que ver con el tipo de religión sino con el sentimiento que alimenta esa creencia.

· Valores materiales: Los valores materiales son aquellos que nos permiten nuestra subsistencia y son importantes en la medida en que son necesarios. En la actualidad, vivimos un alza a nivel social, de los valores materiales: el dinero, los coches, las viviendas y lo que a todo esto se asocia como el prestigio, la buena posición económica, etc.

· Valores éticos y morales: Son aquellos que se consideran indispensables para la correcta convivencia de los individuos en sociedad. La educación en estos valores depende, en gran parte, de que se contemplen en aquellos valores que la familia considera primordiales, es decir, que entre los valores familiares que se transmitan a los hijos estén estos valores ético-morales imprescindibles.

   1. Respeto: tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con sus virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y necesidades. Decir las cosas educadamente, sin herir, violentar o insultar a nadie, son muestras de respeto. La educación en el respeto empieza cuando nos dirigimos a nuestros hijos correctamente, de la misma manera que esperamos que ellos se dirijan a los demás.

   2. Sinceridad: la sinceridad es el pilar en el que se sustenta la confianza. Para que nuestros
hijos no mientan, no debemos abusar de los castigos: los niños mienten por miedo al castigo.

   3. Renuncia a la violencia: que nuestros hijos no sean violentos depende mucho de que sus padres no griten, peguen o les falten al respeto.

   4. Disposición a ayudar: conseguir que los niños ayuden a los adultos y a sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos aceptar desde el principio sus ganas de ayudar, encomendarles pequeñas tareas y adaptarlas siempre a su edad y sus posibilidades.

   5. Cortesía: tiene que ver con el respeto, la consideración y los modales. No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas porque no es de buena educación, sino en hacerlas diciendo “por favor”, “gracias” y “¿puedo?”.

   6. Consideración: tiene que ver con saber renunciar a los propios intereses en beneficio de los de los demás. Si los niños ven que sus necesidades se toman en serio, les será más fácil respetar las de las otras personas.

   7. Tolerancia: tiene que ver con la aceptación y el respeto hacia la gente que es diferente, a lo que nos resulta extraño, desconocido o poco habitual.

   8. Responsabilidad: tiene que ver con la confianza que tenemos en que nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las cumplirán. Tiene que ver con la conciencia de que los actos o el incumplimiento de los mismos tiene consecuencias para otras personas o para nuestro propio hijo.
   La responsabilidad que tenemos los padres en la transmisión de estos valores a nuestros hijos es crucial. 
Los valores no se transmiten vía genética, por eso es tan importante tenerlos en cuenta en la educación. Pero debemos saber que los valores no se enseñan independientemente del resto de cosas, ni a través de grandes explicaciones o dando una lista con aquello que consideramos correcto y lo que no, esperando que nuestros hijos la memoricen.

Los valores se transmiten a través del ejemplo práctico, a través de la cotidianidad, de nuestro comportamiento en el día a día, en aquello que los hijos observar hacer a sus padres.

¿Estáis de acuerdo?¿Pensáis que la Educación está basada en los valores?

Cristina Haro. 

miércoles, 13 de abril de 2011

8 de Marzo, día internacional de la mujer

He encontrado un texto bastante interesante escrito para el día internacional de la mujer, que como todos bien sabemos es el 8 de Marzo...
El texto trata de muchos de los temas que actualmente abarcan la sociedad...

A puertas de la aprobación de la Ley de Igualdad, este 8 de marzo os invitamos a la reflexión sobre la coeducación en el sistema educativo.
A pesar de que las estadisticas señalan que la participación de las chicas, en todos los niveles educativos, es similar, e incluso a veces superior que el de los varones, seguimos encontrando espacios en los que la participación no es similar.
A la búsqueda por la igualdad de oportunidades se suman nuevos y urgentes retos que conciernen al conjunto de la comunidad educativa, como son la violencia en la escuela desde una perspectiva de género, la incluisión de los saberes de las mujeres, en el currículo escolar, la educación de las relaciones desde el respeto y la igualdad, la convivencia de la diversidad cultural desde el respeto a los derechos humanos o la incorporación de prácticas positivas que ayuden a educar sin estereotipos y en libertad, de forma que alumnos y alumnas se eduquen y desarrollen todos sus intereses y potencialidades. La escuela mixta constituye el punto de partida para la construcción de un modelo coeducativo.

Cristina Haro.

martes, 12 de abril de 2011

Vídeo

Aquí os dejo un vídeo sobre los valores más importantes...

http://www.youtube.com/watch?v=mj8yTWnJECo

¿Estáis de acuerdo?O por el contrario...¿añadiríais alguno más?


Cristina Haro

Cuento de Educación en Valores

Después de explorar por el mundillo de Internet sobre la Educación en valores, he encontrado un texto que me parece muy interesante y que me gustaría compartir con todos vosotros...

El mundo vive alarmante escalada de violencia, día a día nos vemos cada vez más envueltos en ella; violencia en el hogar, en la escuela, en la sociedad, violencia en nuestro ser, violencia con nosotros mismos. Basta echar una mirada a la programación televisiva y lo que percibiremos es la triste realidad humana reflejada en actos de corrupción, en crímenes, en secuestros, violencia familiar. La vida del hombre se va apartando cada vez más de su verdadero sentido.

Hoy en día, hablar de valores es hablar de spots publicitarios, de frases que impactan y llaman la atención. Qué lamentable que los valores humanos se estén quedando sólo en ese plano, el de la publicidad. Ya no interesa incorporar valores a nuestra vida -o a la de nuestros hijos- a partir de una adecuada orientación y educación, de optar por aquellos valores que pueden ayudarnos a mejorar de manera personal para mejorar la sociedad que nos ha tocado vivir.
La educación en valores ha caído en el abandono. Consiste en poner delante del alumno un valor para que lo pueda conocer, por ejemplo, los valores contenidos en un personaje de novela, en la conducta de personajes de la historia, en la actuación diaria de profesores o compañeros, para que, por sí solo, el alumno lo descubra y llegue a apreciarlo. Es vital para nuestras aspiraciones humanas, el saber apreciar los valores, los auténticos valores, aquellos que nos ayudan a retomar el sentido de nuestra vida, pero para lograrlo es necesario replantearnos dos preguntas: ¿Qué entendemos por valores? ¿Qué papel juegan en nuestra vida?

Los valores -dice Susana Frisancho- "son como anteojos, son filtros desde los cuales se examina la realidad y desde los que se actúa. Pueden ser personales o sociales (valores convencionales); tener aspiraciones de universalidad (valores morales), en esencia orientan nuestras conductas y el acercamiento a la realidad".

El problema de nuestro tiempo es que hemos asumido la práctica de los valores desde nuestra visión personal de mundo, esto apunta a darles un sentido de conveniencia o de preferencias; realizamos las cosas siempre y cuando convengan a nuestros intereses, o simplemente seleccionamos valores de acuerdo a nuestros gustos. De esta manera, el valor seleccionado valdrá para uno, pero tal vez no valga para los demás por una sencilla razón: los demás lo reciben como algo impuesto y los valores no se pueden imponer, atraen por si mismos.

Los valores ayudan a mejorar como personas, propician un mejor y mayor entendimiento entre los seres humanos. Para ello debemos optar por valores que tengan sentido universal, valores morales que nos ayuden a respetarnos a nosotros mismos siendo honestos y auténticos; valores que ayuden a respetar la vida de los demás, que propicien una adecuada convivencia, en fin, que nos permitan encarar la vida de una manera más autónoma, actuar por nosotros mismos con criterios claros.

En la actualidad vivimos la vida de manera heterónoma, sometidos a intereses impuestos, cuando el ideal sería aprender a tomar decisiones junto a otras personas, irnos ayudando y descubrir juntos el mejor camino a seguir, sin imposiciones, acompañados pero que sea la propia persona la que finalmente tome sus decisiones de vida en base a los valores universales apreciados.

Finalmente, no debemos olvidar que los valores se deben ejercitar a partir de la convivencia diaria. En el hogar, en el centro de trabajo, en la escuela... encontramos ambientes ideales donde podemos llevarlos a la práctica; es tarea de padres y educadores el preparar dichos ambientes en el hogar y en la escuela, de tal forma que hijos y alumnos sean capaces de descubrirlos a partir de lo que sus mayores les vayan mostrando en su diario actuar. Vale la pena el esfuerzo, sobre todo si lo que vamos a lograr ayuda a formar mejores personas y en consecuencia una mejor sociedad. 





¿IMPACTANTE, VERDAD? Desde mi punto de vista, es un texto que refleja claramente a la actualidad, y cómo está la sociedad...


Cristina Haro
 
 

lunes, 11 de abril de 2011

lo que los niños ven


He encontrado este vídeo y me ha impactado tanto que he considerado interesante mostrarlo en el blog, puesto que, aunque esté un poco exagerado, es cierto. Todo ser humano tiende a seguir un modelo, y los niños son muy frágiles en este sentido, puesto que están empezando a descubrir el mundo, están empezando a desarrollarse como pequeñas personas dentro de este mundo y lo único que ven son a gente mayor que ellos que les dictan normas y les imponen respeto, por lo que son sus modelos y van a intentar hacer lo que sus modelos hacen para integrarse y sentirse parte del mundo en el que viven.

ELENA

domingo, 10 de abril de 2011


Hace algún tiempo  que se creía que la escuela era  responsable solamente por la “instrucción” o sea la práctica de transmisión de contenidos y la familia la responsable  a la “educación” que significaba la enseñanza de valores,  hábitos y actitudes.
Con los cambios de los valores y aspectos sociales la educación pasa a ser un deber  y una obligación de todos, siendo la educación visada como una oportunidad  para la  promoción  social de las clases bajas. Este pensamiento hace que la familia y la escuela pasen a ver la importancia de un trabajo conjunto, Y la escuela pasa a ser reconocida como un espacio  donde se promueve el aprendizaje tanto de valores, conductas y el aprendizaje de contenidos para la formación de los niños.
La familia es el primer grupo con el que vive la persona y sus miembros son ejemplos de la vida, con lo que se refiere a la educación, si estas personas demuestran curiosidad e interés sobre lo que ocurre en el aula y refuerzan la importancia de ser aprendidas, van a dar una gran contribución a un aprendizaje significativo.
La relación familia/escuela es una necesidad y un elemento en la búsqueda de una educación de calidad, es exactamente lo que se ha aplicado a los responsables de los alumnos en todos los niveles educativos. Demostrar esto a las familias es una de las tarea de los educadores, necesitamos buenas relaciones y estas deben comenzar en la matrícula y se extienden a todo momento.
Existen cosas sencillas que los padres pueden trabajar con la escuela.
Entre los consejos están:

- Leer a los niños o pedirles que les lean.
- Hablar siempre con los niños sobre los asuntos escolares.
- Supervisión de los deberes y mostrar interés en el contenido estudiado.
- Comprobar si el material escolar es completo y está en orden.
- Garantizar el cumplimiento de las normas de la escuela.
- Asistir a las reuniones siempre que se solicite.
- Hablar con los maestros





Fernanda.